Todo era tranquilidad en la mañana del 17 de marzo de 1992 hasta que una detonación destruyó a la embajada de Israel, y como consecuencia hubo varios muertos y centenares de heridos. El suceso se convirtió en uno de los casos más dolorosos e infortunados hasta ese momento en la gestión de Carlos Menem, quien no imaginó lo que vendría después con un nuevo atentado en 1994, la muerte de su hijo en 1995 y el asesinato de José Luis Cabezas en 1997. La tapa de Clarín del miércoles 18 de marzo fue contundente y precisa: “VOLARON LA EMBAJADA ISRAELÍ”, fue el titular a toda página y en letras de molde. La volanta resultó a cinco columnas y decía “Fue un auto bomba que dejó un cráter de un metro y medio de diámetro”. La bajada tuvo siete líneas, y cada una de ellas separada con un grueso punto, al tiempo que la foto que abarcó casi toda la tapa era de los escombros de la embajada, entre lo cuales había quedado gente atrapada y algunos de ellos eran niños.
Las páginas 2 y 3 del Diario Clarín tuvieron un título a siete columna s que decía “Volaron la embajada de Israel: hay 7 muertos”, mientras que la bajada se hizo en dos panes y tuvo aproximadamente 10 líneas en cada uno. Hubo dos fotos de los rescatistas que sacaban cuerpos a cuatro columnas, y otra del edificio totalmente en ruinas. La nota de lo ocurrido la hicieron a dos columnas y media, al tiempo que hubo dos recuadros: uno informaba sobre “Rescate a la madrugada” y otro acerca de la ayuda pedida por Menem.
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